¿Habías oído hablar de esta fórmula?
Imagina lo siguiente:
Es viernes por la tarde. Después de una larga semana de haber hecho el sacrificio de levantarte antes de que saliera el sol para llevar a tus hijos a la escuela, ir a tu trabajo todo el día, regresar a tu casa cansadísima, y aún así preparar la cena, asegurarte de que tus niños hicieran su tarea, fueran a sus clases de gimnasia o soccer o piano, encargarte de todos los pendientes de la casa como pagar las cuentas de la luz, el agua, la hipoteca, lavar la ropa, etc., lo único que quieres es por fin ir a recostarte en el sofá con un vinito en mano y descansar junto a la compañía de tu marido y una buena película mientras tus hijos juegan en sus cuartos y se preparan para irse a dormir temprano.
Los viernes, por lo general, tu marido llega más temprano. Como ya no tiene la presión de ir al otro día al trabajo, es cuando te ayuda a comprar y traer la cena a casa (para que no tengas que cocinar) juega un ratito con los niños y luego los pone a dormir para que por fin ustedes dos puedan pasar tiempo a solas.
¡Haz estado esperando el viernes ansiosamente desde el lunes! Pero este viernes es diferente…
De repente, te llama tu marido y te dice que tiene que terminar un proyecto “urgente” para el lunes y no puede hacerlo desde casa.
Por ello, tendrá que quedarse más tiempo en el trabajo y además, como su jefe está de visita en la ciudad, él y otro supervisor lo van a llevar a oír unos mariachis y a tomarse unos tequilitas después del trabajo, así que no lo esperes temprano.
¿Cómo reaccionarías tú?
En este momento tienes dos opciones:
Primera opción:
Colgarle a tu marido sin decirle nada mientras sientes como la sangre empieza a hervir en tus venas y tus ojos se llenan de lágrimas por una combinación de tristeza y coraje.
Tristeza porque ya no vas a pasar el tiempo de calidad junto a tu marido que tanto estabas esperando, y además porque vas a estar sola mientras todas tus amigas están con sus esposos descansando felizmente.
Coraje porque tu siempre terminas en último lugar. El trabajo es siempre más importante para tu marido que tú, y por supuesto hoy no es la excepción.
Además, ahora tu vas a tener que hacerte cargo de los niños, ¡otra vez! y les vas a tener que preparar de cenar y ponerlos a dormir, mientras tu marido quién sabe a qué hora llegará después de socializar y pasársela súper.
O
Segunda opción:
Decirle a tu marido:
“Está bien Amor, qué lástima porque te estaba esperando, pero yo entiendo, por favor regresa pronto y cuídate” – a pesar de sentir una combinación de tristeza y coraje.
En vez de reaccionar con rabia, haces tu mejor esfuerzo por ser comprensiva y ves la situación desde un punto de vista más abierto sin tomarte el asunto tan personalmente.
Tú sabes que tu marido es un buen hombre y para él es muy importante ser un buen proveedor para tí y tu familia, por eso es que su trabajo es muy importante para él.
Entiendes que de repente, cuando suceden eventos fuera de nuestro control (como el que haya salido un nuevo proyecto para el lunes y que el director de su departamento esté de visita), a veces tu marido tenga que hacer “el sacrificio” de darle más de su tiempo a su trabajo.
Además, tú sabes que tu esposo es una persona sensible, y que cuando tú le pides que te ayude en algo, siempre lo hace. Tal vez este viernes no te vaya a ayudar con los niños ni vaya a estar contigo para pasar tiempo juntos a solas, pero la mayoría de los viernes si lo hace.
También, por lo general, durante el fin de semana, le interesa participar en las actividades de los niños, está presente contigo y te platica sus planes, sus inquietudes, sus temores y sus deseos y te demuestra su cariño con dulces palabras, con caricias, con su ayuda, y con mil detalles más por los que no te queda duda de que tú y tu familia son su prioridad principal…
Si escogiste la segunda opción, ¡felicidades! Tu ya aplicas la formula 90/10+85/15 en tu relación con tu marido.
Esta fórmula 90/10+85/15 nos invita a ver las cosas que pasan en nuestras vidas de la siguiente manera:
90/10 = Nosotros tenemos el control sobre cómo vamos a reaccionar el 90% de las veces ante el 10% de las situaciones que están fuera de nuestro control.
En este ejemplo, tú no tienes el control de que el jefe de tu marido estuviera de visita y quisiera socializar con sus colegas, ni de que saliera un proyecto “urgente”, ni de que tu marido haya elegido quedarse a cumplir con sus obligaciones laborales.
Sin embargo, sí tienes el control sobre tu reacción ante la situación, como tratas a tu marido y como decides pasar el resto de tu viernes: quejándote y amargándote la existencia o acoplándote a la situación y ver de qué manera, a pesar del cambio, te la puedes pasar bien con tus hijos.
85/15 = Nosotros tenemos la capacidad de enfocarnos en el 85% de las cosas que nos gustan de una persona, en vez de enfocarnos en el 15% de las cosas que no nos gustan.
Si quieres ser una persona feliz en tu matrimonio, es importante que te acostumbres a enfocarte en las cualidades de tu marido.
No hay ninguna persona perfecta en este planeta. Todos tenemos defectos y cualidades, pero si te enfocas en los defectos, o en lo que no te gusta de tu marido o de tu relación, seguramente que te sentirás insatisfecha y muy infeliz.
No se trata de “tapar el sol con un dedo” e ignorar las cosas que no están funcionando o que van mal o que no te gustan.
Se trata de tener la sensibilidad de reconocer cuando algo está yendo verdaderamente mal, o si somos nosotras las que exageramos y vemos mal donde no lo hay (o casi no hay).
En este ejemplo, “tu marido” es un buen hombre y tienes una buena relación con él. Conscientemente te enfocas en sus cualidades y además, ¡valoras todos los mil detalles más que él tiene hacia tí para demostrate su cariñ0!
El pensar de esta manera te ayuda a sentirte mucho mejor y a apreciar a tu esposo, lo que sin duda fortalecerá a tu relación.
Además tu marido se sentirá motivado a regresar a su casa cuanto antes posible porque sabe que se encontrará con una esposa comprensiva y buena onda, en vez de encontrarse con una fiera que le va a reclamar y no valora su esfuerzo.
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